jueves, 30 de agosto de 2007

Cita

Y es la marcha de esta entrega día tras día, con amor a todos y sin miedo a nada, la que tiene una ejemplaridad permanente, incondicionada, para toda hora y todo lugar.


CARLOS STAEHLIN

Índice

. Serafín ALFÉREZ
Quisiera ser el sendero...

. Gabriel ALFÉREZ CALLEJÓN
A CRISTO CRUCIFICADO

. Ana ARQUEROS
Señor, has venido a la tierra...
DALIAS

. Vicente ASENSIO
SONETO AL SANTO CRISTO DE LA LUZ

. Gabriel BAENA CANALES
ALGO MÁS QUE UN COHETE

. Ana BARRANCO RODRÍGUEZ
AL SANTO CRISTO DE LA LUZ

. Manuel BENITEZ CARRASCO
ORACIÓN AL CRISTO DE LA LUZ

. Pepe CALLEJÓN
GRACIAS, SANTO CRISTO DE LA LUZ
QUE A TI ME ACERQUEN
MI ÚLTIMA ORACIÓN
PLEGARIA IX

. José CARREÑO
AL CRISTO DE LA LUZ
FANDANGO DE LA TIERRA BATIDA...

. Lola CRIADO
HERMANO POR SIEMPRE
ORACIÓN AL SANTÍSIMO CRISTO DE LA LUZ
CON UNOS OJOS NUEVOS Y A MODO DE PLEGARIA

. Pepe CRIADO
TARANTAS AL CAMINANTE

. Rosalía CRIADO
Escribo desde donde reside...

. Francisco J. CRIADO GARCÍA
AL PARAÍSO QUE SUEÑAS

. José A. FERNÁNDEZ ROMERO
PARRALES DE DALÍAS
HACIA EL CRISTO
LA BAJADA
PEREGRINO

. José G. GARCÍA LlROLA
LA BAJADA

. Gracián GARCÍA LÓPEZ
A VECES, TE SIENTO EN MI ALMA

. Alberto GODINO SÁNCHEZ
AL CRISTO DE LA LUZ

. Paqui Loly LlROLA GARCÍA
MI VIDA, MI SUEÑO... TÚ

. Pilar LÓPEZ ROMERO
Si lágrimas no te quedan...
AL CRISTO DE LA LUZ
DIÁLOGO CON EL CRISTO
Cuando Septiembre repica...
Padrenuestro, que iluminas este valle...
Rézale peregrino una oración

. Manuel V. LÓPEZ VILLEGAS
MONOTONÍA
ALBATROS. SOBRE UNA PLEGARIA INCONSCIENTE AL CRISTO
DESCALZAS EN PROCESIÓN. DETALLE
ROMANCE
ESPERA
Y UN TE QUIERO, UNA BLANCA ESCAYOLA QUE TE RECUBRA
TODOS
MANDA
LA BAJADA
CANTARES EN JARCHA AL STMO. CRISTO DE LA LUZ

. María Luisa LUQUE
¡Peregrinos, peregrinos…!

. Miguel MILÁN SALAZAR
CRISTO Y PUEBLO
UNOS OJOS SIN LUZ

. Germán PALMERO
Ayer besé tus plantas...

. Pilar PEDROSA CRIADO
TÚ MI CRISTO, YO TU FIEL SEGUIDOR

. Francisco RODRÍGUEZ MARÍN
GLOSA
DONDE ESTÁS TÚ

. Ana Ruíz VILLEGAS
Y EN EL MADERO

. Baltasar SALMERÓN SALAZAR
Se parte...

. Dolores SALAZAR
Dedicado al Santo Cristo de la Luz

. Jesús TERRÉS
ANHELOS

. Fernando Modesto ÚBEDA GARCÍA
AL CRISTO DE LA LUZ

. Rosalía VILLEGAS CUENCA
A MI CRISTO DE DALÍAS

. POEMAS ANÓNIMOS
Cuando la tarde se extinga junto...
GOZOS AL SANTO CRISTO DE LA LUZ

Introducción

ANTOLOGÍA ÍNTIMA

Quisiera ser el sendero
donde tus huellas descalzas,
y tu mochila y tu vara,
para llevarte yo quiero.

Ser quisiera el mismo alba
por conducirte sin miedo
hasta los pies del madero
bajo la luz que te llama.

Y ser contigo en tus rezos,
y en tus ruegos y esperanzas,
y en el llanto que derramas
desde el hondo sentimiento.

Ser en tu marcha callada
¬cuando inicias el regreso
con un juramento nuevo
y tu fe, aún más intacta.

Ser peregrino en el alma,
por el Cristo de amor preso.







A CRISTO CRUCIFICADO


A tus plantas, Señor, arrodillado
y por mis culpas afligido,
me duele ver tu cuerpo tan herido,
coronado de espinas y clavado.

No puedo comprender cómo ha ocurrido,
que habiendo sido yo quien ha pecado,
hayas Tú hasta la muerte padecido
y a pesar de ser Dios, crucificado.

Tan infinito amor, bien merecía,
si Tú no fueses Dios y yo lo fuera,
que a Ti te hiciera Dios y me pusiera
en el madero de que Tú pendías;
luego, morir de amor, y todavía
no saldara las deudas que tuviera.








Señor, has venido a la tierra
a salvar a los pecadores
y nosotros te pagamos
con un ramito de flores.

Somos vestidos de gracia
y adornados con amor,
lo que somos y tenemos
te lo debemos, Señor.

Has de gozar con nosotros
y quitarte esa Cruz
y esperamos en tus brazos
Santo Cristo de la Luz.









DALÍAS


Dalias, las brisas de la gracia bajan del firmamento
tomando descanso cada verano y todo el año en nuestro pueblo.

Dalienses en las fuentes del cariño,
queriendo beber a los pies de nuestro Cristo.

Donde se acrecienta la naturaleza y la fuente humana,
tan fructífera como la vida que no se apaga.

Sintiéndonos la gloria que entonan las alegrías,
y como pueblo de cielo nuestro Dalias.

Y cuando llega un amigo queda cautivo en su puesto,
por la armonía que se apiña en nuestro pueblo.

Amigos a vestirnos de gata cuando la guitarra
y la caja entonan el fandanguillo
en las fiestas tan veraniegas de nuestro Cristo.

Y cuando suena la orquesta y la letra de los trovos,
también suenan los cohetes tan crujientes por manojos.

Y nuestros hombros serán los tronos y las carretas,
que pasean a nuestro Cristo por el recinto de sus fiestas.

Y a nuestra Almería se le construía un monumento
por la llave tan brillante que ha entregado a nuestro pueblo.

¡Que bonita es la siembra que llega a su plenitud,
más bonito es nuestro Dalias por sus vidas
tan bendecidas por el Santo Cristo de las Luz!







SONETO AL SANTO CRISTO DE LA LUZ


Quiero seguir la senda verdadera,
sentir, cual Tú, mi carne flagelada,
que libere mi alma atormentada
y ofrecerte, Señor, mi vida entera.

Quiero tu Luz, que sane mi ceguera,
y quede mi tiniebla iluminada
por el dulce fulgor de tu mirada,
y mi fe, de tu gracia, prisionera.

Santísimo Cristo de Dalías,
escucha la oración de un penitente;
en mi peregrinar, sé Tú mi guía.

Y átame a Ti, Señor, tan firmemente
que ganándome el Cielo cada día,
pueda gozar de Ti, eternamente.








ALGO MÁS QUE UN COHETE


La cabeza tiene pólvora,
el cuerpo es de caña larga;
dos manos prenden la carga,
los lanzan a cualquier hora.

Abanicos de colores
visten el manto del cielo;
de luces, un gran pañuelo,
de vida, puros albores.

Nace un tremendo estallido
que nubla el fin de la tarde;
el viento no corre, arde.
El tiempo queda dormido.

Cohete de mil estrellas,
asciendes al infinito
consagrando un viejo rito
que tú, colérico, sellas.

Unos minutos rodean
la singular sensación,
late fuerte el corazón
y hasta el alma bambolean.

Antes, duerme silencioso
un escurridizo sueño
para que su único dueño
lo destape cariñoso.








AL SANTO CRISTO DE LA LUZ


Vamos todos a la Iglesia
que a la una bajarán
al Santo Cristo de la Luz
desde su trono al altar
y cuando lo estén bajando
quién no se conmoverá
de ver su cuerpo lleno de llagas
con una corona de espinas
y la cabeza "incliná”
que le dice al pecador
“no me dejes de mirar
y veréis donde me han clavado
para después perdonar”.








ORACIÓN AL CRISTO DE LA LUZ


Cristo de la Luz
que, en Dalías
y desde la Cruz,
repartes a manos llenas
tu bendición y tu luz.

De lejos llego a tu amparo,
los pies hartos de caminos
y el corazón ya cansado.

Pon tu luz entre mis sienes
para ver mejor las sendas
de los males y los bienes.

Pon tu luz en mi costado
para hacer luz las heridas
que te abrí con mis pecados.

Y ponme, para imitarte,
tu luz en el corazón
para dar flor por espinas
y por ofensas perdón.

Pon tu luz en mi camino
y en el amor de mi Pan
y en el dolor de mi Vino.

Pon tu luz en lo que queda
de mi vida peregrina
cada vez más pasajera,
y en el día de mi muerte
deja tu luz en mis ojos
para verte eternamente,
Cristo de la Luz
que, en Dalias
y desde la Cruz,
repartes a manos llenas
tu bendición y tu luz.








GRACIAS, SANTO CRISTO DE LA LUZ

Si alegre brilla al sur la Luz de la Esperanza,
si nace de esta Cruz amor, poesía e infancia,
descalzo, quiero amarte y, por blancas escaleras,
te alzaré pidiendo paz al pasar gloriosas sendas.

Balcones con jazmines que adornarán Tu Estampa
silente ven la plaza ya entre súbitas campanas.
Y en los huertos del ayer, y en las más fecundas vegas,
mi voz por siempre ha ansiado cantarte entre las velas.

Bordado todo el valle con acequias cristalinas,
traes nostalgias otoñales y belleza a las encinas.
A las calles de este pueblo, fe y solemne procesión;
al regreso de otros años honra, fama y devoción.

Perfumas en la tarde tan alegre de armonías
con nardos, un arroyo y verdes parras de Dalías.
Pedregales y montañas, Casino con palmeras;
pronto quedaremos al silencio de otra espera.

Mas hoy,
soñando al son festivo,
te llevaré por los caminos,
te rezaré por los olvidos,
y también vendré a ofrecerte,
de rodillas en el Templo,
mis deseos, tus estrellas, paraísos,
todo el cielo.

Y que enciendan las bengalas,
que serenen los suspiros,
que tiemblen horizontes peregrinos.
Que las fuentes,
que las bombas
y los cohetes
desojen con fervor
el Gran Domingo Azul:
¡¡viva el Cristo de la Luz!!









QUE A TI ME ACERQUEN


Cuando de mi huerto esté lejos,
prenderé mi sed con ecos
de las bombas que aplaudían.
Porque al sur quedó mi gente,
y me alentarán las fuerzas
de la cuna de mis padres,
que sencillos, me decían:
"Serás de junco y bruma
como el mar por estas fuentes..."

Y yo regresaré a mi nido.
Cruzando a pies desnudos
pueblos, cerros y futuros
para venerar al Cristo.
Como un cohete
hilando suerte.
O en Celín
aguas nacientes...

Cuanto más te rece y llenes
de jazmines mis bolsillos,
habrá bailes con espumas
y ante el himno,
se postrará la luna
tras tu pecho malherido.

Más si llego a estar perdido
porque no vuelvo a mecerte,
Amigo Grande, por mi frente
pintaré nardos peregrinos,
Cristo de la Luz,
que a ti me acerquen.








MI ÚLTIMA ORACIÓN


Ningún ajimez hallo en mi celda
por donde refugiarme en tu aliento,
oh, Santo Cristo de la Luz,
cuando del abismo y las tinieblas
trato de escapar al viejo pueblo,
Con las uñas y con los dientes;
nívea,
o por la señal de "la Santísima Cruz".
Apesadumbrada ante mis pecados,
¡Tan arrepentida de decepcionarte, Padre"...!
Mas implorando tu misericordia
sobre este sudario de crespón morado
que bordan los versos de mi ataúd,
Y empírea,
peregrina hacia mi pecho
tu indulgencia venerada, (igual que otrora),
mientras brota de mis labios
moribunda y temblorosa
la esperanza de abrazarte
con mi última oración.
La que me lleve por siempre de tu mano,
redimida de mi cuerpo,
para prosternarme a tus pies encandilada
sobre tu trono en procesión.

Pues, ¿sabes?
Ya en mi alma luz aflora.
Y al compás de los zureos que en mí anidan,
bajo los umbrales del misterio seré exequia
del tañer de pesarosas campanas poetisas,
refugiándome en las nubes
y en su "ermita" San Miguel, que unce,
mi salvación enaltecida a sus cerros,
mi libertad alborozada a sus eras,
y mi sed a un riachuelo de fe y gloria
donde tu paz y mi poema se persignan.








PLEGARIA IX


¡Cómo miran tus ojos,
cómo miran, Señor,
cuando en oración el alma
busca a su Redentor...!

Tus ojos miran, Señor,
y resplandece una Luz
que por las sendas nos guía,
mientras sufres tú en la cruz.

¡Qué piedad en tus ojos,
qué ternura, oh Señor,
tras peregrinas nostalgias
que te cuentan su dolor...!

Pues son tus ojos luceros
más allá de esa cruz.
No nos dejes de tu mano
Santo Cristo de la Luz.









AL CRISTO DE LA LUZ

¡Qué blanca es la blanca espuma,
qué blanca la blanca nieve,
qué negra la sombra oscura
que en la oscuridad se mueve!

Esa luz en la penumbra
del tiempo que nace y muere,
es del Cristo de Dalías
sobrio como el filo de una espada,
austero como la sierra
de Gádor, quieta y solemne,
que mira al mar le conmueve.

Ese Cristo parralero
tiene conciencia de uva,
afanes de marinero
y humildad humilde de Oruga.








FANDANGO DE LA TIERRA BATIDA POR EL VIENTO DE LA SIERRA Y LA BRISA DE LA MAR


En un silencio incopiable
sale el Cristo de la Luz,
por la puerta de la iglesia
en un silencio incopiable,
todo Dalías se arrodilla
y se adelanta una madre
mostrando al santo su hija chiquitilla.
Cae la tarde.









HERMANO POR SIEMPRE


En mis manos tu medalla,
a modo de oración
cuando mis labios callaban
a tu puerta Te llamaba
¡Cristo de mi salvación!

Cada día me levantaba
con mi ser dándote gracias
y todo lo perdonaba,
en la vida todo pasa.

Dejando en cada sendero
la huella de la bondad,
cariño, paciencia, estima,
amor y caridad.

Usé sólo la palabra
para sembrar alegría,
comprender las flaquezas,
ver el amor en la vida.

Y cuando el silencio eterno
quebró en el tiempo mi voz
en mis manos tu medalla
mi camino iluminaba,
¡Cristo de la Luz, Tú Amor!








ORACIÓN AL SANTÍSIMO CRISTO DE LA LUZ


Padrenuestro, que estás en el cielo.
Luz que en el corazón de los que aman,
compasión para el corazón de los que odian.
Santificado sea tu nombre,
y en tu nombre, el nombre de todo lo creado.
Venga a nosotros tu reino,
de paz, de sentido común, de solidaridad, de amor.
Hágase tu voluntad,
aunque escribas derecho en renglones torcidos,
aunque no la entendamos.
Así en la tierra como en el cielo,
en todas partes Señor, siempre tu voluntad,
a pesar de lo que cuesta, a veces, aceptarla.
Danos hoy el pan de cada día,
sin una boca hambrienta,
sin un corazón sin tu luz,
¡qué grande es tu nombre, Señor!
Perdona nuestras ofensas,
¡somos tan débiles, que a veces no
sabemos ni reconocer que te ofendemos
en la dureza de nuestros corazones!
Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
¿Sabremos alguna vez, Señor, pedir perdón,
reconocer nuestros errores, poner la otra mejilla?
Y no nos dejes caer en la tentación,
de olvidar tu nombre y tu Luz,
de envidiar al amigo, al vecino, por lo que tiene...
y no admirarlo por lo que vale.
Y líbranos del mal.
De todos los males, Señor, del cuerpo y del alma.
Protégenos en nuestras vidas,
guíanos siempre con tu luz.








CON UNOS OJOS NUEVOS Y A MODO DE PLEGARIA


Hoy he vuelto, de nuevo y otra vez, a ti mis ojos
mi mirada tropieza con una cruz que no quisistes y amas,
¿Cómo yo, Señor, en estas noches oscuras,
quiero dejar mi cruz, y apenas si la siento?

Encuentro en tu cuerpo llagas que otros días no vi,
heridas de clavos que antaño no estuvieron.

Recorro tu cuerpo y el mío se estremece en una oración,
en un silencio momentáneo y eterno,
en el que tú y yo sin gestos nos entendemos
¡Cristo de la Luz!

Luz, fuego y estruendo, un suspiro,
una lágrima, un nardo, una mirada,
un encuentro... un hasta luego
¡Tanto amor en tan poco espacio!

Me pesan enormemente tus ojos entornados,
tu boca entreabierta que al Padre entrega el alma,
quiero ser oración que tus hijos te ofrenden
en un septiembre claro pleno de pólvora y luz.

Mis pies descalzos sienten caminos de calvario,
en claro sentimiento de nueva gratitud,
busco en el sufrimiento el fin de la agonía
sintiendo en la lontananza resurrección y luz.

Protégenos Señor de todos nuestros males
ayuda a los humanos a soportar la cruz
con que a veces Señor cuarteas nuestra alma
sintiendo, que Tú eres, Cristo, la Luz.








TARANTAS AL CAMINANTE


PEREGRINO
Con el corazón rendío
para andar el camino,
con el corazón rendío
porque tú eres mi destino,
de mi casa yo he salío ay,
para andar tu camino.

OFRENDA
¡Que tiene tu cara pena
y yo te traigo nardos,
que tiene tu cara pena
y yo que te traigo tantos
y tiene tu cara pena
ay, y yo te traigo nardos!

LA BAJADA
Que ato mi pañuelo
y gritando alzo las manos
que ato mi pañuelo
y te pido amor, hermano,
llorando con tu fuego
ay y gritando, alzo las manos.

LA SALIDA
¡Ay, fuego
contigo arde mi corazón
ay, fuego
esta tarde mi pasión
con mis manos yo te ruego
ay, fuego que exploto yo!

EL SILENCIO
Ojos cerrados y el alma
entre el humo camina sola,
ojos cerrados y el alma,
entrega, paz y amapola,
los ojos cerrados y calma,
ay, flotando entre el humo, ay va sola.

EL FUEGO INTERIOR
Silencio, risa y agua
dentro, la pólvora quema,
silencio, risa y agua
la vida de luz me llena,
fuego, llanto y alma,
ay luz, luz de la vida plena.

LA VUELTA A CASA
Mi casa eres tú mi casa,
las revueltas del corazón,
mi casa eres tú mi casa
la casa donde vivo yo,
tus venas de luz mirada
ay, la casa de mi corazón.









Escribo desde donde reside
la quietud del alma,
suena música en el silencio,
es el espíritu creador
de un tiempo que es
forma y parte del ser.

Del caminar tengo memoria.
Sentada a la sombra de una roca
un leve murmullo me habla.
Veo dos espigas solitarias
que el viento mece:
Les digo "los tres somos de este tiempo".

En este lugar germina
el trigo y el alma mía.
Hay un amor en el recuerdo.
Hay un amor que lleva el viento
y a los amores que llegan
siempre estoy presta.

Con tu voz
me tejeré un manto
para cubrirme
las frías noches de invierno
y seguir escuchando
el sonido del viento.

Con tu recuerdo
tejeré en mi memoria
las más bellas y solitarias
poesías para mi pueblo,
para mi Cristo, para ti, Dalías.









AL PARAISO QUE SUEÑAS


Ante ti solo
yo no puedo dejar mi corazón.
Ante tus ojos morenos
yo no puedo, bien lo sabes,
enfrentarte un minuto la mirada
sin sobrecogido tener que bajarla.

Yo necesito
la tormenta de miradas
que en Septiembre en tu imagen se amparan
para poder contemplarte
alzado entre llamas.

Ocultar no puede el latido alterado
de la piel daliense que cubre mi carne
el sentir interior de mi hirviente sangre.
Si de verdad te siento
o indiferente te miro
ya lo dicen mis humildes latidos.

Yo que también quiero tocarte,
como toca el violinista
en su violín dulcísimas notas,
sé que para entero a ti agarrarme
tu trono en mis hombros
habría de clavarme.

¡Pregúntale, a ver si lo sabe,
al daliense qué pañuelos
anuda en su alma
en mañanas de sol y mañanas nubladas,
para en Septiembre apretarlo
a tu hermoso trono tallado!
Promesas y mandas escoltarán tu paso.
Vienen de lejos, vienen andando,
vienen de rodillas y también descalzos.
¡Ayúdalos que vienen cansados!

Más tarde ya, la medianoche brillante
del tercer Domingo de Septiembre
hace su última parada
en las nostálgicas campanadas
del reloj de la plaza.
Se han oscurecido la sierra y las montañas,
duerme fatigada la imponente vega blanca.

Terminó ya de engalanar
la noche del cielo daliense
la batalla librada
entre la bella pedrería musulmana
y los ramos de flores cortadas,
cortadas del campo de sueños
de dos eternos enamorados.

Ya en el Casino burlará
a borbotones la alegría
a la advenediza tristeza
de la última noche
de una magnífica semana de fiesta.
Baila la gente: ellos de traje,
ellas hermosamente arregladas.
El Lunes por la mañana
espera paciente la terrible resaca.

Pero quedas Tú, tú Iglesia y Dalías;
Dalías siempre quedará.
Siempre quedarán tres paraísos
bellísimos unidos por sus gentes.
Son un cofre y dentro el tesoro está,
y por llave el lujo posee de tener
el más grandioso de los valles
que jamás puedan tus ojos ver.









PARRALES DE DALÍAS


¡Pólvora!
Como racimos colgada.
Parral de tan corta vida,
que engalanas nuestra plaza,
ofrenda al Cristo su pueblo,
alfombra de luz y fuego,
y brazos que se levantan,
para estar cerca del Cielo.









HACIA EL CRISTO

Hacia el Cristo levantadas,
un bosque entero de manos.
Manos que quieren llegar,
a tocar sus pies descalzos.

Hacia el Cristo humedecidas,
se dirigen las miradas,
a través de la neblina,
del humo de las bengalas.

Hacia el Cristo la sonrisa,
de tantos labios sedientos,
de dejar en su costado,
la caricia de los besos.

Hacia el Cristo un suspiro,
que es un piropo del alma,
se escapa de entre los labios,
y entre los dedos resbala.

Hacia el Cristo el corazón,
la ilusión y la esperanza.
i Hacia el Cristo, peregrino,
levanta tus manos blancas!










LA BAJADA


Miro hacia la Cruz,
al Cristo en silencio,
la mirada baja
que busca consuelo.

Con los pies descalzos,
las rodillas heridas,
y siendo Él un Rey
coronado de espinas.

Y me duele la sangre
que mancha su cuerpo,
la sangre inocente
que da por su pueblo.

Me da escalofrío,
su boca entreabierta,
que entrega la vida
sin dar una queja.

Miro hacia sus manos
que el hierro traspasa
y un frío desconsuelo
embarga mi alma.

Y me duele que esté
clavado a un madero
sin tener más culpa
que haber sido bueno.

Miro y no estoy sólo.
Son tantas las miradas.
Son tantos los ojos
bañados en lágrimas.










PEREGRINO

Vas marcando con tus pasos
de esperanzas un camino.
Peregrino.

Sigo tus huellas despacio
y por no turbar tu silencio
yo también silencio guardo.

Tres veces caigo y tres veces
por seguirte me levanto
y otra vez busco la huella
que va dejando tus pasos.

Peregrino si te paras,
mis pasos también detengo,
si bajas, bajo contigo,
si subes, no me despego,
si vuelves la vista atrás,
yo la vuelvo.

Sólo conozco tu sombra,
la que en el suelo dibuja
la tenue luz de la luna,
la luna que parpadea,
enredada entre las hojas,
que mueve una brisa fresca.

Como una estrella fugaz,
que en vez de caer se eleva
y al estallar ilumina
un trozo de negro cielo,
fugaz plegaria de luz
hasta doce veces cuento.

Amanece,
cuando se divisa el pueblo,
y entre la bruma del alba
se distinguen a lo lejos,
las tres cruces que coronan
tres iluminados pechos.

En silencio,
con la emoción contenida,
voy consumiendo el camino
hasta llegar a la Iglesia,
donde está aguardando el Cristo.

Te encuentro,
silueta que marcabas
con tus pasos el sendero.
Y al mirarte en el madero.

Despierto.
¡Eras Tú, el peregrino
que caminaba en mi sueño!









LA BAJADA


Hay nervios, hay tensión
y en el cielo, aún el sol en su corazón.
Y es el primer momento de llanto y de canto,
y es el primer rato de alabanza y oración.

Son los primeros "Vivas",
y es la primera explosión,
"iSe mueve, que sí, que se mueve!"
todos gritan: es pues confirmación.

¿Es anarquía, es locura?
Dicen que fervor y emoción.
Y pasión.

Es un rato, ¿corto, largo?
Es una fusión:
de sudor, lágrimas, olor y calor.

Es el primer momento:
la tensión, el llanto y la canción,
la alabanza y la oración.

Es en Dalías, desde ese instante:
La explosión.









A VECES, TE SIENTO EN MI ALMA


A veces siento en mi alma
Santo Cristo de la Luz
un profundo sentimiento.

Sé que me hace llorar
y es porque te llevo dentro,
yo sé que eres Tú
quien pone paz en mi alma.

Por eso, Cristo de la Luz,
quiero seguir tus pasos,
las huellas de tu camino...

¡Quiero llegar hasta Ti
como el ave llega al nido!

Yo sé que Tú, con tu Luz,
eres eco en los cantares,
sentir en los poetas,
verdad en las verdades.

A veces te siento, tu Luz,
en el profundo sentir de una madre,
en la sonrisa de un niño,
en el cantar de un pájaro,
en el abrazo de un amigo,
en la fe de los hombres,
en el aroma de las flores,
en el llanto de los presos,
en el sufrir de los perseguidos.

A veces siento en mi alma
un profundo sentimiento,
sé que me hace llorar
y es porque te llevo dentro
Santo Cristo de la Luz.









AL CRISTO DE LA LUZ


Santísimo Cristo de la Luz
de tan expresiva advocación,
que iluminas los caminos
que conducen a la salvación.

Que atiendes las súplicas
y otorgas tu bendición
a cuantos invocan tu ayuda
con fervor y con devoción.

Que para sanar las almas
padeciste la crucifixión,
iniciándose la nueva era
de la humana redención.

Que con los brazos abiertos
clavados en el madero,
dejaste ejemplo patente y perenne
del amor más sublime y verdadero.

Que legaste a la posteridad
el don de un mandamiento nuevo,
que, de ser asumido por todos,
traería la paz al mundo entero.

Ante los prodigiosos mensajes
de estos hechos tan trascendentales,
que no han llegado, por obvias razones,
al confín de todas las regiones,

es por lo que con fe te imploramos:
¡Que infundas tu luz a todas las mentes,
para que converja el reencuentro final
con el anhelo de los creyentes!









MI VIDA, MI SUEÑO... TÚ


Quisiera en el inmenso silencio de esta noche
dedicarte mis más íntimos pensares.
Quisiera ser ese madero firme en que te apoyas
para sentirme siempre junto a ti.
Quisiera ser esos clavos que te atraviesan,
pero que están dentro de ti.
Quisiera ser parte de esa sangre que corre
por tu costado, roja y pura.
Quisiera ser el aire que roza tu piel
para acariciarte en cada instante.
Quisiera poder ser el inmenso silencio de la noche,
la bruma que atraviesa todo.
Quisiera poder ser llama eterna de tu luz,
candente y eterna parte de ti.
Quisiera ser resplandor, brillo de tu mirada,
partícula de vida pegada a ti.
Quisiera ser ese aroma a jazmín
que impregna todo el aire que respiro.
Quisiera ser ese perfume a hierbabuena
que cubre los labrados campos de mi tierra.
Quisiera ser ese aroma que vuela sin rumbo,
esas hojas que caen meciéndose al suelo.
Quisiera ser ese grito del alma
que entre la multitud dice: ¡Viva!
Quisiera ser las campanas de la torre
que suenan rompiendo silencios en la noche.
Quisiera ser ese recuerdo de antaño
que evoca sentimientos de amores pasados.
Mirada hacia el infinito.
Suspiro del alma.
Música de arpa.
Símbolo eterno.
Palabras.
Ilusiones.
Esperanzas.
Dalías. Tú.
Todo lo eres tú. Santo Cristo de la Luz.
Ese quisiera, ese poder ser,
ese aroma a hierbabuena.
Ese eres tú.
Siempre tú.
Mi vida, mi sueño.
TÚ.









Si lágrimas no te quedan
yo te prestaré las mías,
que este año llevo al Cristo
por las calles de Dalías.









AL CRISTO DE LA LUZ


Moreno se está poniendo
de la pólvora y del tiempo;
moreno de tu sudor,
de aquel beso y de tu aliento.

De madera lo tallaron
de bronce va pareciendo;
de tocarlo y de besarlo,
de amor se está oscureciendo

Mi padre tocó la cruz,
sus pies los besó mi abuelo
y la mano de mi hermana
también la lleva su cuerpo.

¡Cuánta lágrima pegada!
¡Cuánto abrazo en silencio!
¿Quién no ha sentido al tocarlo
el dolor de algún recuerdo?

¡Que no lo retoque nadie!
¡Dejadlo que sea moreno!
Que lleva el Cristo con él
toda la historia de un pueblo.









DIÁLOGO CON EL CRISTO

Un día te vine a ver,
un día sin ser tu fiesta,
tú y yo solos, cara a cara,
padre e hijo que se encuentran.

No había nardos ni claveles,
ni clamores ni campanas,
la iglesia estaba en penumbra,
sólo velas que temblaban.

¿Qué quieres de mí? Dijiste.
Nada Señor, sólo verte,
no me trae otra razón
que la razón de quererte.

Vienes poco por mi casa.
Sí, no me lo eches en cara,
siempre digo que mañana
y mañana nunca encarta.

A mí me atrae tu luz
y la sombra de tu cara,
y a mí me duele tu cruz,
tan tremenda, tan pesada.

Lo que pasa es que en Septiembre,
yo siento que tú me llamas,
que me quieres a tu vera,
con las manos levantadas.

Pero yo te quiero siempre
¿Cómo te lo explicaría?
No me hace falta que me expliques;

Yo también soy de Dalías.









Cuando Septiembre repica,
abre sus puertas Dalías
a todo el que anda buscando
la Luz, la esperanza; vida.

Y van llegando despacio,
llagas por dentro y por fuera,
a cambiarte sus pesares
por Tu muerte, tan serena.

¿Por qué traen les pies descalzos?
¿Qué esperan de una promesa?
¿Por qué se quedan callados
viéndote arriba, tan cerca?

Te cuentan que a veces dudan
si la vida les golpea
con tragos fríos y amargos
¡se pierden, Cristo, en tinieblas!

Somos todos peregrinos
del camino de la vida,
cuando lleguemos, Señor,
cúranos Tú las heridas.










Padrenuestro que iluminas este valle,
acoge con Tu amor al peregrino
que viene, desde lejos, a rezarte
sembrando de esperanzas el camino.

Escucha, Padrenuestro, la oración,
ellos llegan buscando Tu consuelo,
esperando de Tu inmensa compasión
una Luz que les lleve hasta buen puerto.

No nos dejes, Señor, te suplicamos,
perdónanos si a veces te ofendemos
y en los pobres tampoco te buscamos.

¡Ven de nuevo Señor, porque olvidamos
amamos los unos a los otros
y caminar cogidos de la mano!










Rézale peregrino una oración,
y acepta con amor su voluntad,
que clavado en la cruz, por siempre está,
ÉL, que un día murió sin condición.

Es difícil querer lo que Dios quiere
mirando las espinas del dolor,
aunque sientas divina la razón,
el corazón, a veces, te detiene.

Yo te abrí la herida del costado
y sin piedad tu cuerpo laceré,
iperdóname, Señor, que soy humano!

Yo te puse en los hombros una cruz,
y te dejé morir en soledad;
hágase tu voluntad, Santo Cristo de la Luz.









MONOTONÍA


A tu torno todo circunda
imagen venerada ha de tiempo atrás
nátura imposible crear por las manos del hombre
y te creó, no sé cual fue su inspiración
sino el tormento, la agonía, el profundo sentir
recogidos y complementados
por la nobleza, entrega y entereza
patentes en los hombres de esta andaluza tierra.

Farol, rojo y sombra
clavel, blanco y luz
en la cruz, Cristo de manos y pies
por clavos; .
en las sienes, trenzada, una corona
llena de espinas y de dolor.

Manto, púrpura y oración
sobrecogida entre susurros
una voz clamorosa saltó
y al tiempo un silencio;
diríase que acuchilló el aire;
una lanza, un costado abrió.

Descalzas, camino y procesión
no hablan, no escuchan
lágrima, cera, vela, vela
¡niña, yo vendo vela!.
Hombros velan al Cristo de la Luz
plaza, carrera y fuente
colas de gente, almas y pena.
Retumban los cielos
fuego, carrizo y pólvora
acongojante manifiesto
al Cristo; y su mirada ausente...

Ausencia no es sino presencia
y Cristo es presente.









ALBATROS.
SOBRE UNA PLEGARIA INCONSCIENTE AL CRISTO


Ese alma cansada, yerta y musitada
adormece
y busca las sombras y no muere..........
Te llamé, Cristo,
en el desahogo nocturno
del sueño.
De tu savia acostumbrada
tomé el alimento.
Tus rejas, hierros remates y negros;
un silencio se hace y la luna apunta
su amanecer, y rompe el paisaje la noche.......
Te llamé
y dormitabas.
Decías, llamabas, querías
ansiar el tiempo
y no escapara el momento.
Te llamé, Cristo,
en cada gota salpicada
de mi aliento.
A Ti circundan esas almas prisioneras;
ellas no llegan, no ahogan
pero desesperan y agonizan
y no mueren y no marchitan...........
Te llamé terriblemente, Cristo,
en los interiores monásticos,en los sótanos calcinados
y no despertaste.










DESCALZAS EN PROCESIÓN.
DETALLE


Ojos humeantes en pólvora
vislumbran
el trono en escalera,
hombres en mano y la noche
queda envuelta...
en el encuentro con el Cristo;
una descalza alzó las manos al cielo
y dijo algo
que quedó confundido
con el estruendo de los morteros,
después se secó las lágrimas.
Encaminadas, almas prisioneras portan velones
como dos gotas de luz
amanecientes
que se brindan a marcar el paso
al Cristo,
y Cristo las sigue.
Así comprendí y perfilé
cada clavo en el madero; en rostro,
de la agonía, una brecha que se abría
en el costado de cada vela
caminante
en procesión, tras otra una y así;
los pies hacen camino
y la cruz a cuestas
se diría no sólo la llevaba él.









ROMANCE


Las siete, madre, las siete.
Justo mi pañuelo blanco;
no faltare quien llevara
el Septiembre de mis manos.

Las ocho, madre, las ocho.
Asoma la Luna tanto
que las ocho no parecen
sino espliegue por retraso.

Las ocho, madre, las ocho.
Breve, terco, ya mi brazo
sostuviere, levantando,
ya bajando tan temprano.

De los sones explosiones
a la Luna atravesando
las alturas de inrazones,
el Cristo todos pensaron.

Las alturas en guedejas;
de carrizos, los abajos;
los caminos en sus velas;
las ventanas respetando.

Las ocho, madre, las ocho.
Un disputar campanazos
de sus golpes, los más secos;
de sus sones, los más altos.

Camino tengo a mis piernas.
Traigo mecha desde antaño.
Al toque las ocho cuento.
Ya me duelen "to" los brazos.









ESPERA


Va mediando Septiembre,
y una piña humana hila
del Cristo, to los maderos.
A nudos, te vengo cerca.
Atado, te vengo cerca.

Donde el hueco no existe.
y los poros se machimbran.
Si uno ausenta, otro pañuelo.
Huroneando cien cabezas.
Un jazz de sudor espesa.

Que ya me aprieta verte.
Y un agua sudor enristra
y murmulla en espoleos
palabras cortas abiertas;
nudos de garganta, apenas.

Donde un hueco no existe.
Y los poros se machimbran
quiero elevarte y me elevo
con tantos brazos de trenzas
en pañuelos esperando.
Y UN TE QUIERO,
UNA BLANCA ESCAYOLA QUE TE RECUBRA










Nos hemos quemado contigo, Cristo, este año.
Se hace tan difícil construir una altura.
Cien años los hemos hecho meses.
Hoy, el quebranto de un verso es un ladrillo
y una estrofa, un mármol
y un te quiero, una blanca escayola
y una lágrima, un agua de cemento.
Contigo una verdad sube, poco a poco;
un techo, cielo de nuestro acontecer diario.
Bajo tu ojo vigilante, sereno, eterno, impracticable
te decimos hola, bautizados, berreando;
ya por Mayo, te tomamos, en primeras, comulgando;
ante ti, aquel muchacho que dijo una palabra presurosa
a una mujer;
de nardos y helechos, nos casamos;
ya muertos, fuimos a ti y tu bóveda
nos cubrió.
Un agua de verdad sube, se repella;
un andamio, tijera de agua, gira;
más tejas que estrellas, se superponen;
una sombra enorme amanece.
Mil ilusiones ya no puede llevarse el viento. No.
Hoy recojo tu polícroma singladura
renovada;
hoy me siento en un reclinatorio
que huele aun a barniz
y rezo, atropelladamente.
Se hace tan difícil construir una altura.
y se me escapa, sí, un te quiero,
una blanca escayola que ya siempre te recubra.









TODOS


Pero yo sé que no pueden confundirse un costado y una música.
Quiero asomarme a una manda permanente, sin sobrante.
Pero yo sé que la esquina de algún hombre se resiste.
Quiero que vuestras manos se pregunten, hacedoras todas.

Un nardo se mantiene en erguidas noveneras.
El coro, de turgencia batiente, templa la noche.
Aumentan las listas de las descalzas.
El repique no cesa; nada decrece, ni el aire.

El párroco persigue, cala, ahonda la palabra.
Un cohete no le persuade, no le aplaca.
Los abanicos secundan un mar de personas.

Los bancos se salen, parecen disminuirse.
Quiero esa razón que nos conmueve más apretada, más alta.
Pero yo sé lo que cuesta una unión profunda, cauta.
Quiero esa nave de la Cruz con todos los brazos anónimos.
Pero yo sé que hay que contar con todos los labios, todos.

Cada año, un peregrino, más temprano.
La bajada atraviesa, humedece las retinas.
Los pañuelos, en las andas, se espesan.
Un conjunto mayor de músculos, jóvenes, pugnan.

La calle es un tropezón mayúsculo.
El sudor va de los callejones a las plazoletas.
Las levantás cuecen, a borbotones pausados.
Un bosque de palomas dobladas, las velas, se guardan.

No quiero renunciar a tragar ese humo tan próximo.
Pero yo sé que anheláis estos días dondequiera.
No quiero pensar que todo es de pocos () que se descuida. No.
Pero yo sé, en el fondo, sí, que todos sois tan necesarios...
Todos.









MANDA


Camino saliente con la luna a las espaldas.
Tiento la madrugá, las chumberas difíciles
y los sabilones, en espumarajos de rocío, resbalándose:

una manda

La palabra no existe. El silencio es grillo.
Asomo a lo lejos, a balates rehechos.
Un universo de desierto embarazado, tangible
me hincha, levemente, los pies desnudos.

Camino. La luna palidece. Las estrellas dudan.
Un sol violáceo, dulce, sin pretenderlo, me sondea.
El paisaje abre tenuemente.

Embovedados en sal. De donde vengo.
Embovedados en pámpanos, tímidos. De donde recuerdo.
Embovedados en plásticos. De donde hoy.

Y mi manda la adivino, cuajante, que respira
tal esa aleta latente, dormida, de cetáceo retrasado, la sierra.

Estoy, Cristo, entre un Cerrón usado por el viento
y Pecho Cuchillo o una pestaña sostenida de pinos.

Si te ruego, sí, por esos mundos, a menudo regresados.
Y nuestros. El de la mar, cuna de todo hondo peregrinaje,
donde una ola se atrevió a mis pies descalzos.
El de la parra, donde nuestros padres y abuelos.
El de los plásticos, donde un futuro.

Convocados, sigo la estela de los peregrinos.
Los pies, ya duros, como esa misión de amar.
Una nostalgia sin habla, amorterada de años.
Vuelvo, tenaz, mis piernas, mis pies necesarios.
Respiro la luz. Un cohete joven, espontáneo. Amante.
No hay márgenes. Las campanas como un infarto.
Llego.

Y el sol, de repique, entre las nubes, amando
su sencillez de pájaro.
Septiembre. Ya los pies, descansados.
Rezo.










LA BAJADA


NUESTRO CORAZON VUELVE. Periódicos sueños con argamasa de
Cruz. Inrazón. De un azahar meticuloso, retrasado, Septiembre.
Prolongado.

Presencia todas gente, como escamas recubriendo Iglesia. Arco Iris
humano. Inercia de soledad que nos convocas, mar todavía, aurora
en la espera. ¡Mueven al Cristo! ¡Lo bajan! ¡Aquí un sitio!.. Hora
situada.

EL PENSAMIENTO COAGULADO. Las andarillas ya, emergiendo.
Yunque del sol.
Mediodía alto. Una jauría de silencio. Cristo, trono y andamiaje.
Va sellándose levemente. Piel íntima elevada a pluma. Nerviaje.
Aire.
Aire. Aire. Todo es tamaño, fe, querencia, mudez, aguzado grito.
Compases en manos alzas, aplauso tendido. Manifiesta Opera. Y
reposición.

CUANDO, EN MIENTRAS, EL TIEMPO ESPACIA. Largamente, ningún
se mueve. Los ojos no duros. Lágrima. Te nombro en un fondo -Cristo de
la Luz-.
Y es avalancha interna, elíptica, contagia, intuida y misma....
Oigo campanas y piedras, chocando en el cielo. Cohete. Respirar
difícil. Empapados. Sudorando. El cohete religiona. Rosario
retumbo. Y olas, olas. Olas de aplauso. Y espuma en arena,
amontonados. Llevo 30 años. Pañuelo.

SILENCIO HINCADO. Salimos. Jamás me explico. Y el Cristo queda
trasladado. Será espera de persianas. Entronque de calles. Oído de
fuentes, y todas aguas. Pituitaria de aires rematados. Asomes de
esquinas. Todo rincones. Rincón Tú.
Tos de bengala y papelina. Nebulante. Empolvoriente. Regresado.
Y este azahar, meticuloso, retrasado, que prolonga la noche
detenida.

Y NUESTRO CORAZÓN YA EN QUERIENDO VOLVER.









CANTARES EN JARCHA AL STMO. CRISTO DE LA LUZ


Trae la noche indicio naranjal y limón
higuera ruda y parra injertá;
luna seca blanca, grillo escondido
croar vigoroso, rumor de persiana abierta.
Iré donde tú vayas
Septiembre.
Regresaré de donde tú vengas
Septiembre.
Quiebran las nueve hermanas campanas
gallos de cohetes, luz que explosiona; que me vendrás a ver
novena
que te irás para volver
novena.
Viene la noche de galán, gladiolo y nardo,
manto rojo en terciopelo, jarcha de sacerdote
palabra recia sobre oídos repletos de abanicos
cantos redondos núfonos-gregorianos en cien tenores
coro en la puerta
y en el tejado
Himnos de azules no gastados
Mío Cristo peregrino
que sos clavado,
mío Cristo vivo
que sos entornado,
mío Cristo, mío
que sos de tantos.
Trae la noche oscura pie descalzo
vara de andante y sudor que se gana en el camino;
trae vigilia, escalones esperando,
para que tú me vengas, Cristo, o yo vaya a tu lado
Que siéndome más lejano
siéntote en cada paso.
Mío Cristo do camino
que sos ancho,
mío Cristo grito
que sos callado,
mío Cristo d'ojos baixos
que sos alto;
mío Cristo, mío
que sos de tantos.









¡Peregrinos, peregrinos
que andando desde muy lejos
al Cristo venís a ver
cansados y doloridos
todos llegáis con los pies
de hacer tan largo camino.

Y una vez que ha terminado
el largo peregrinar
todos en la iglesia entráis
pues queréis con Él hablar.

Y es que es tan grande la fe
que al Cristo todos le tienen
que al ponerse frente a Él
brotan de sus ojos lágrimas
sin poderse contener.

Y cumplidas sus promesas
los peregrinos se van
plenos de luz y de amor
porque se llevan al Cristo
dentro de su corazón!










CRISTO Y PUEBLO


Camino largo, camino,
peregrinos por doquier.
Pies cansados, doloridos...
¡¡y en el corazón la fe!!

La fe que mueve montañas,
la fe que mueve a ese ser
hacia un pueblo blanco y bello,
un pueblo que ya se ve.

Es el pueblo de Dalías
que, madre, quiere acoger
a esos buenos peregrinos
con su alma y con su ser.

Unos ya están en la iglesia,
otros de lejos la ven,
mientras las hojas cansadas
van cayendo sin querer.

Ya están todos, es el día,
nadie se quiere perder,
cuando la iglesia se abra
ver al Cristo aparecer.

Es el Cristo de Dalías,
Cristo de la Luz y el Bien,
Cristo de los Peregrinos...
¡¡Santo Cristo, dame fe!!

Es de noche y es de día,
el Cristo se deja ver
mientras el cielo ilumina
Cristo y pueblo, llanto y fe.

El ruido vuelve tormenta,
el humo no deja ver,
los pies descalzos no pisan,
el cielo se va a romper.

Y la figura del Cristo
luciendo su dulce tez
va derramando a sus hijos
su dulzura y su querer.

Y le piden en silencio
"danos salud, dadnos bien,
y en el año venidero
tu peregrino seré".

Por esas calles estrechas
con aroma de clavel
cientos de gargantas rotas
mil vivas lanzan con fe.

Y Cristo y pueblo se juntan,
cielo y pueblo a la vez,
y esa imagen en mi mente
por siempre yo llevaré.









UNOS OJOS SIN LUZ


Unos ojos a oscuras que no tienen ya luz
y miran infinitos con profunda emoción.
Son ojos de esperanza, de fe, de devoción
de una niña que es ciega en plena multitud.

Su corazón se agita al "ver" salir la cruz
y lágrimas ya bañan sus mejillas en flor.
Llora de fe y consuelo, que no guarda rencor
al Cristo del madero, al Padre, al Buen Jesús.

¡Si pudiera un segundo, aunque fuera al trasluz,
contemplar la figura de Cristo Redentor,
de ese Cristo que es faro de un mar de salvación,
qué dichosa sería, mi Cristo de la Luz!

Y ese Dios que nos oye con velada quietud,
con figura suave, mirando en derredor,
derrama su mirada con profundo candor
sobre la niña ciega, tesoro de virtud.

Y pasa por su lado oliendo a multitud,
a cuerpos doloridos por camino y sudor,
a brazos levantados con profundo fervor,
a velas encendidas que destellan su luz.

Y le habla despacio mientras el cielo azul
se tiñe de tinieblas por la pólvora atroz
y el ruido se dispara desde cualquier rincón
para alabanza y gloria al Cristo de la Luz.

Y Su mirada fija con callada quietud,
Su mirada de Padre que no quiere dolor
en sus ojos marchitos, pero llenos de amor,
y su cara se irradia de una mágica luz.

Y sus ojos se abren con su color azul
y sus pupilas llenas con lágrimas en flor
y un grito en su garganta sale de viva voz
¡¡Mi Cristo puedo verte, mi Cristo de la Luz!!










Ayer besé tus plantas
sobre el altar de mis sueños;
hoy he sido, con tu nombre
uno más entre las piedras,
infinito de espejos,
pequeñas luces en la larga procesión;
una lágrima que nace de algún rostro,
una triste saeta en tu recuerdo
y una noche, con mil luces en el cuerpo.
Hoy te he mirado
más fijamente que nunca,
porque hoy comprendo
el dolor de tus heridas
que desmiente tu sonrisa
cuando vuelan mil palomas
en la noche por un niño
que ha nacido y está vivo;
mil ojos encendidos en la calle
y un grito, que rompe el alma
en un balcón cerrando heridas
en el agua: ¡Cristo... tu Luz!









TÚ MI CRISTO,
YO TU FIEL SEGUIDOR


Tus ojos clavados en los míos
me hacen promesas de amor
cuando la luna ya viene bajando
y el embrujo penetra en mi interior.

La noche toca con sus dedos
toda la penumbra de mi corazón
y yo caminaré inhiesto
en la senda de tu amor.

Tú mi CRISTO día tras día,
tú mi ancho mar azul,
tú mis olores a jazmines,
tú; solos tú y yo.

¿Cómo podría Santo Cristo
haber ni imaginado que un año más
ha terminado, y todo volvería a suceder?
Quisiera callar un momento todas mis penas
y glorias, todas en mi corazón.

Quiero cuando amanezca el alba
sentir tu corazón muy cerca,
sentir que me amas de nuevo,
sentir que muero y no muero,
sentir todo tu amor.

Tus ojos clavados en los míos
me hacen promesas de amor
y yo deambulante milagroso
muero por tu corazón.









GLOSA


Sí, fue a esas horas, en las que el hombre medio duerme,
sueña despierto. Cuando empujado por una fuerza extraña,
algo de mí viajó y vagó por los túneles de los tiempos,
buscando tal vez, lo que aquí dejaba.











DONDE ESTÁS TÚ


Te busco, te busco sin cesar entre la vida
y la muerte y no te encuentro.
-No sé lo que me pasa-
Día y noche he cabalgado a lomos sobre las olas
de tus océanos, y no te he visto.
-No sé lo que me pasa-
He traspasado sobre tu luz, las líneas
de los horizontes, y tú no estabas.
-No sé lo que me pasa-
He viajado en el tiempo, hasta los confines
de lo infinito, y no te he hallado.
-No sé lo que me pasa-
Te he buscado en las penumbras
y en los socaires de tus planetas por si descansabas
y tampoco estabas.
-No sé lo que me pasa-
¿Acaso no será que él eres tú,
que yo eres "tú"?
Que todo eres "tú".
-No sé lo que me pasa-









Y EN EL MADERO


Qué brillo contenido en tus pupilas;
la sequedad del palo en que tu nombre,
proclama el dolor de tu esperanza,
entregada sumisamente al amor;
por mí llevas ese madero...

Y bebes del dolor de tu progenitor,
haciendo volar sonrisas y penas,
cubriendo nuestro azul de brisa,
llenando todo, a tu paso triste,
haciendo brotar tantas palabras...

Surgen sabores, olores y susurros,
de la tenue penumbra de una vela,
una luz, un camino de vida,
una mano tendida y un hermano;
sonido, brevedad y una lágrima,
reflexión en el silencio...

Gira nuestra esfera sin tu presencia,
en tantos corazones vacíos sin Ti,
que buscando sólo pasan por la vida,
fantasmas ante su propia presencia
intervalos en el tiempo ocupados,
opacos y tan llenos de nada.

Y Tú en el madero sufriendo,
cada astilla y cada clavo;
llamas susurrando a la paciencia
de los que escuchan y comprenden...

Y Tú en el madero esperando,
la luz del fuego quemado,
perlas cristalinas y suaves,
que abrazando un escalofrío
te hablan en silencio...









Se parte,
El Corazón se me parte
Cuando te veo en la cruz
Cuando te tengo delante
Santo Cristo de la Luz
El corazón se me parte.

"Alegría"
Anoche yo tuve un sueño
y desperté de alegría
pues tú bajabas del cielo
sin sangre y sin espinas,
sin clavos y sin madero.

La Luz,
Santo Cristo de la Luz
Yo sueño todos los días
Que al hombro llevo tu cruz
y la luz que a mí me guía
Es el CRISTO DE LA LUZ.










DEDICADO AL SANTO CRISTO DE LA LUZ


Dalías, pueblo sencillo;
Dalías, un pueblo bueno.
El aire que se respira
huele a azahar y romero,
¡Santo Cristo de la Luz
derrama esencia del cielo!

El domingo de septiembre
brilla el pueblo de Dalías
cual delicado diamante
al desaparecer la noche
para ser siempre día.

Es digno de contemplar
por vereda y carretera
el inmenso personal
que ocultando el pie descalzo
van pisando tosca arena.

No les importa caminar
ni el polvo del camino,
lo que ansían es llegar
a ver al Cristo querido
y postrarse ante su altar
para ver al buen Jesús
y darle infinitas gracias
al gran Cristo de la Luz.

Este pueblo de Dalías
se siente muy agradecido,
ver cómo la ciudad se llena
con millares de peregrinos.

Por eso así les dice
Dalías muy orgullosa,
quiero que os sintáis felices,
Dalías es vuestra parada.

¡Forastero... no te sientas forastero
en este humilde rincón,
aunque el pueblo sea pequeño
inmenso es su corazón!









ANHELOS

I
Santo Cristo de la Luz,
pon tu Luz en mi entender,
aúpa mi sentir cristiano,
haz más profunda mi fe,
acrecienta mi esperanza,
purifica mi querer,
haz más fecunda mi vida,
injerta el Tuyo en mi ser.
Santo Cristo de la Luz,
lIéname ya de una vez.


II
Si en vez de vivir yo en mí,
vivieras Tú, Cristo mío,
mi vivir sí sería mío,
pues sería todo de Ti
y sería del todo mío.









AL CRISTO DE LA LUZ


Es tu memoria callada
pilar de antiguas historias
que cobija tus memorias
tierra de amores sellada.

Cuando el Cristo de la Luz
sembró en tu altar su semilla
sembró un amor que se humilla
orando ante TI, Jesús.

Regó su altar con amores,
de gloria cubrió a Dalías;
la tierra que tu querías
se pobló de hermosas flores.

Un jardín con mariposas,
jilguerillos, ruiseñores
que dan sus trinos cantores
entre claveles y rosas.

Un jardín, cuyo sendero
por Cristo es iluminado,
y Cristo, lo que ha sembrado
es un amor verdadero.









A MI CRISTO DE DALÍAS


En los brazos de mi madre
yo vi la imagen primera
del Cristo que iba en la cruz
cuando en Dalías era fiesta.

Le vi de cerca y besé
donde mi madre besaba:
las heridas de sus pies
por donde la sangre manaba.

Yo no sé lo que sentía
el corazón de mi madre,
sólo sé que le latía
con mayor ritmo la sangre.

En los brazos de mi madre
yo vi al Cristo sonreír
donde los hombres le vieron
inmensamente sufrir.

Quizás porque en mí no había
la malicia del pecado,
porque en mis ojos tenía
las rosas de sus milagros.

En los brazos de mi madre
quiero seguir viendo a Cristo
porque es la imagen más grande
y hermosa que de Él he visto.










Cuando la tarde se extinga junto
a la tensa calma y el suspiro sostenido
rompa en vivas, cuando el amor se derrame,
cuando estremezcan las almas y golpeen
las campanas pregonando vida...

Cuando los ojos se agiten divisando
la gloria y se alcen los brazos cortando
el vacío, cuando la brisa se acalle,
cuando las voces se rompan
y la esperanza se aloje en los sueños dormidos...

Cuando hasta el cielo se postre
y brame la tierra envuelta en mil ecos,
cuando el tiempo se aparque,
cuando llore mi pueblo y la luz
asome..., será que el Cristo ha vuelto.










GOZOS AL SANTO CRISTO DE LA LUZ


No para aceptar el dolor,
nunca las carencias sufrir;
es en la Perfección vivir
la eterna voluntad de Dios.

Tu pura voluntad de Amor
siempre es mi inquebrantable unión
con todo hombre en un corazón
para que la paz venga aquí
y podamos todos decir:
¡Cúmplase en mí Tu Perfección!

1
Mi santo espejo es mi hermano:
Reconocer su perfección
me hace salir de la ilusión
de creer que hace algo en vano.

Si parece que yo ataco
a mi hermano, sólo altero
lo que Dios puso certero;
porque si veo conflicto
y a la paz yo me resisto,
corregirme es lo primero.

2
Acepto de Dios el Amor
porque quiero confiar en mí
y quiero, mi hermano, en ti
ese resplandor interior.

En nosotros tiene Su voz.
Parecemos separados
pero somos libertados
por la unidad de conciencia,
por la Perfecta Presencia
que Uno nos quiere expresados.

3
Mis pensamientos y acciones
a los hombres reconocen
con palabras que les gocen,
con apoyo y oraciones.

Ya veo las perfecciones
habitar en mis hermanos
y por eso van mis manos
siempre llenas de Luz santa,
¡ellos son Amor, la tanta
Luz que habitamos!

4
Sólo dicen los sentidos
lo contrario del corazón
y por eso es la razón
la justa cárcel para huidos.

Así, los cuerpos, temidos,
plenos de miedo nos duermen;
pero quiero un nuevo germen:
El propósito en mis venas
es tenerlas de Luz llenas
para cuerpos que no enfermen.

5
La radiante felicidad
se extiende juntas las manos,
protege y une hermanos
en ríos de seguridad.

Así nace la libertad:
De eterna benevolencia,
de una profunda conciencia
y paciencia infinita.
¡Es la humildad exquisita
que nos enseña Tu ciencia!

6
Si a mí mismo oculto mis errores
los elevo a ser siempre secreto
y no liberarme me receto
para yo convertirme en temores.

De mis iguales sólo temores
tendré, me creeré sin derecho
y me justificaré el hecho
de vengarme. ¡Pero es un escape,
una trampa, que dejo que me atrape,
de la muerte escondida en su lecho!

7
Tengo miedo a mirar dentro de mí
porque creo que en mí está el error
pero, si no miro porque el Amor
es mi terror verdadero, ¿aquí
qué pasa?, ¿qué ocurre dentro de mí?

Sólo son resistencias a la Unión,
a entregarme a la liberación
que deshace el miedo, que de Luz me da
un corazón de paz y santidad,
de pura libertad y de perdón.

8
Con igual ternura se nos llama
a permanecer todos unidos
para andar con Tu Luz los caminos
que nuestra angustia y dolor reclaman.

Mi deseo no es sólo caminar
sino reconocer los hermanos
para andar con certeza los pasos
que nos guían al Amor fraternal,
a comprender esa visión igual
que crea el Cielo entre nuestras manos.

9
Ante los demás hombres quiero estar
en Amor, como ante Ti estoy.
Deseo Tu paz, ahora, hoy;
así toda mi vida quiero estar.

Elijo en Tu reino mi voluntad
de que el Amor sea mi desvelo,
mi felicidad, y Tu Luz, celo,
para que mis planes, sin excepción,
sean los mismos que Dios creó
tanto en la tierra como en el Cielo.

Documentación

. FERNÁNDEZ ROMERO, José A.: Vivencias y recuerdos.
Dalías Tercer Milenio, 2004 .

. NOVENA AL SANTO CRISTO DE LA LUZ. Dalías Tercer Milenio, 2002

. PROGRAMA OFICIAL DE FIESTAS. Ayuntamiento de Dalías. 1976, 1981, 1982, 1983, 1984, 1985, 1987, 1988, 1989, 1990, 1991, 1993, 1994, 1996, 1997, 1998, 2000.

. SOLEMNES CUL TOS EN HONOR DEL STMO. CRISTO DE LA LUz. Real y Muy Ilustre Hermandad del Stmo. Cristo de la Luz. 1979, 1983, 1988, 1989, 1990, 1993, 1994, 1995, 1996,1997,1998,1999,2000,2001,2002,2003.

. STAEHLlN, Carlos.: El padre Rubio. Editorial Egda. Madrid, 1974.

. VUELVE EL CRISTO. Real y Muy Ilustre Hermandad del Stmo. Cristo de la Luz. Dalías, 28 de Febrero de 1999.

Colaboradores

. Rosalía Criado Fernández
. José Antonio Fernández Romero
. José Manuel Durán Fernández
. Enrique Durán Fernández